Vivimos en un mundo de recursos limitados en el que usamos un dinero ilimitado como medida de la representación del valor de los recursos.
Bitcoin es un dinero limitado que representa el valor de los recursos ilimitados, como son la energía, la capacidad de trabajo de las personas y su creatividad.
La mayoría de la gente deposita su confianza en un gobierno al que no ha votado y con el cual lo único cierto es que debe pagarle tributo, haga lo que haga.
“En este mundo solo hay dos cosas seguras, la muerte y pagar impuestos”
Benjamin Franklin
La gente descubre Bitcoin, pero llevados por la pretensión del conocimiento y altas dosis de preferencia temporal, la lían creando las Altcoins.
Necesitamos un dinero sólido, que nos proteja de la confiscación del fruto de nuestro trabajo por parte del Estado.
Pero mientras tanto unos iluminados se dedican a engañar a la gente creando la última DApp, la próxima ICO y la Stablecoin definitiva.
La historia se repite cada cuatro años, pero cada vez es diferente, con protagonistas distintos de la última estafa crypto, así no hay forma de aprender.
Mientras tanto a los partidarios de Bitcoin se nos llena la boca con las bondades de la invención de Satoshi pero no somos capaces de hacerlo usable para la masa.
El dinero descentralizado requiere cada vez de más intermediarios y ninguno ha logrado aún que comprar y vender Bitcoin sea tan sencillo como enviar un email.
No viví la época de las BBS ni del IRC, pero sí que usé Infovia y el Messenger a través de un módem analógico. Ahora tengo la misma sensación de ilusión/frustración cuando intento comprar Bitcoin sin KYC.
Estamos “en los 90” para Bitcoin, pero hizo falta la invención del iPhone, WhatsApp y las redes sociales para la popularización de Internet.
Tierra de oportunidades. Está todo por hacer. Yo no puedo esperar.